El síndrome de fatiga crónica (SFC) es un trastorno devastador y complejo. Las personas con SFC tienen un cansancio abrumador y una gran cantidad de otros síntomas que no mejoran con el descanso en la cama y que pueden empeorar con la actividad física o el esfuerzo mental. A menudo realizan actividades a un nivel sustancialmente menor de lo que eran capaces antes de la aparición del trastorno.
El control del síndrome de fatiga crónica puede ser tan complejo como la misma enfermedad. No existe una cura ni hay medicamentos recetados específicos para tratar el SFC y los síntomas pueden variar considerablemente con el paso del tiempo. Por consiguiente, las personas con SFC deben vigilar de cerca su salud e informar al médico de cualquier cambio, y los médicos deben vigilar con frecuencia el estado de sus pacientes y cambiar la estrategia de tratamiento cuando sea necesario.
A pesar de una intensa investigación, los científicos no han podido identificar la causa del SFC. Si bien todavía no se ha identificado una causa específica para el SFC, otra posibilidad es que el SFC tenga múltiples desencadenantes. Las afecciones que se han estudiado para determinar si causan o desencadenan la aparición del SFC incluyen infecciones, trastornos inmunitarios, estrés, traumas y toxinas.
El síndrome de fatiga crónica puede ser diagnosticado erróneamente o pasarse por alto porque sus síntomas son parecidos a muchos otros trastornos. La fatiga, por ejemplo, puede ser un síntoma de cientos de enfermedades. Sin embargo, analizar la naturaleza de los síntomas puede ayudar al médico a diferenciar el SFC de otras enfermedades.