Para la conservación de muebles se usan compuestos químicos tóxicos como el pentacloroferol, la creosota, arsénico,lindono, dieldrin o permetrin.
Los formaldehídos de pinturas y barnices se liberan al cabo de los años y tanto las maderas aglomeradas como los tejidos de cortinas y sofás los contienen.
Han saltado las alertas sobre la venta de este tipo de muebles baratos que perjudican la salud de manera lenta y silenciosa.
Aumenta el número de pisos alquilados, nos hemos vuelto más nómadas y eso provoca que invirtamos un menor presupuesto en mobiliario y ropa para el hogar. Así cuando nos traslademos a otro lugar no tendremos cargo de conciencia por deshacernos de aquello que ya no nos encaja en el nuevo destino.
¿has pensado que pasa con esos muebles? ¿Dónde acaban cuando los dejas abandonados en la calle? ¿Qué huella dejan en ti durante el tiempo compartido?
Esas y otras preguntas a veces no son planteadas jamás, la ironía es pensar de qué nos servirá contribuir a mejorar el medio ambiente reciclando en los contenedores de colores que ocupan las nuevas urbes si luego compramos muebles tóxicos sin importarnos las consecuencias que nos reportarán en un futuro….
Parece que llevar a reciclar los desechos y enseñarles a nuestros hijos el uso de cada color-contenedor es una buena obra y mejora nuestra conciencia pero debemos darnos cuenta que hay cosas más importantes.
En Japón todos conocemos el gran uso del bambú como mobiliario y las tarimas de madera se han llegado a poner de moda en nuestro país.
Si decides comprar palets madera puedes construir tú mismo muebles que se adapten a tu hogar, modificando su tamaño en función de los metros que precises. Puedes consultar miles de formas y ideas originales que harán de tu hogar una vivienda sostenible.
Al fin tu conciencia descansará, tu salud mejorará y tus hijos aprenderán los valores que verdaderamente son importantes para la conservación del planeta.