Elegir un buen Administrador de Fincas para su comunidad no es tarea fácil. En general, la gente tiende a pensar que cualquiera puede administrar un inmueble, entendiendo que tan solo se trata de efectuar pagos a proveedores y controlar el cobro de los recibos a los comuneros.
Cuando nos decantamos por un colegiado es imprescindible que tenga una formación continua ya que son numerosos y constantes los cambios en la ley de propiedad horizontal, y es mejor contar con un administrador que nos informe de dichos cambios para anteponernos a los posibles problemas que puedan surgir.
Bien es cierto que para ejercer las funciones del administrador de fincas basta con ser propietario, y lo más probable es que muchos piensen que así se ahorra una considerable suma de dinero. Pero no siempre es así, de hecho, una mala gestión puede conllevar múltiples problemas para toda la comunidad de vecinos, sobre todo para aquel propietario en el que haya recaído semejante tarea. Esto es precisamente lo que se evita al contar con verdaderos profesionales que, no solo se hacen cargo de las tareas a realizar, sino que además las resuelven de forma eficiente ahorrando tiempo y posiblemente dinero a los propietarios.
La seriedad y la formalidad son requisitos in-dis-pen-sa-bles. Hay que huir de las personas informales que no responden cuando es necesario, que continuamente retrasan las citas o directamente no las dan, que no devuelven las llamadas y cuyas respuestas constituyen una gran retahila de argumentos voluminosos de escaso contenido. Esto no significa que el profesional tenga que estar en continua disposición las 24 horas del día, pero es importante no aceptar este tipo de comportamientos: la informalidad es algo que se aprecia rápidamente y no se puede enmascarar fácilmente.
En definitiva, los negocios, las empresas, las gestiones, son llevadas a cabo por personas es fundamental una buena sintonía entre las partes de no ser así y como inversión de futuro para ambas es mejor no iniciar relación mercantil.