El césped artificial es una moqueta industrial que se asemeja al césped natural, pero fabricada con materiales sintéticos, que han ido evolucionando e imitando a la perfección su homólogo natural. Es una buena opción para despreocuparse de la conservación y el considerable consumo de agua que requiere el césped natural; se puede aplicar sobre tierra, hormigón o terrazo; es resistente a las inclemencias del tiempo; es limpio, higiénico y duradero y no necesita productos químicos que contaminan el suelo, como abonos o tratamientos fungicidas.
En un principio este producto sólo se contemplaba para instalaciones deportivas, pero desde hace unos años, se ha incrementado notablemente el uso doméstico, para jardines y patios. Antes de instalarlo, se deben tener en cuenta las puntadas por m2 que contiene, ya que cuantas más puntadas tenga el césped, más tupido será y resistirá mejor las pisadas. Para la limpieza y mantenimiento del césped artificial, sólo es preciso limpiarlo con la manguera, y si hay hojas, retirarlas con un rastrillo. Es especialmente adecuado para aquellas zonas de la geografía que padecen largos períodos de sequía y temperaturas elevadas durante el verano, ya que no necesita ser regado, con el considerable ahorro de recursos que conlleva.
Actualmente se fabrica con un tratamiento especial anti rayos UV, que impide que con el paso del tiempo se decolore o cambie de color. Está fabricado con un material ignífugo, es decir, no arde ni se propaga el fuego a través de él, si bien es imprescindible no apagar cigarrillos, ya que dejaría manchas oscuras resultado de la abrasión. Además, el césped artificial posee una gran capacidad de drenaje, si bien es necesario hacer una buena preinstalación antes de colocarlo con un soporte y una malla drenante, para evitar inundaciones y encharcamiento del agua en épocas de lluvia.