Quien más o quien menos ha acudido a lo largo de su vida a un evento social o a varios: una boda, una fiesta, etc. Como su nombre indica es una congregación o reunión que involucra a la sociedad, ya sea, como mencionábamos antes, para celebrar algo o hablar sobre algo determinado.
Desde tiempos ancestrales el ser humano ha sentido la necesidad de reunirse y buscar la compañía de otras personas. Ya lo decía Platón, el hombre tiene apetitus societatis: hambre de sociedad, nadie, so portaría llevar adelante una vida sin compañía.
Pero, ¿Cómo eran, por ejemplo, las bodas en la edad media?
En la Edad Media la mayoría de las bodas se celebraba en junio, al comienzo del verano. La razón era porque el primer baño del año solía hacerse en mayo, así, en junio, el olor de las personas aún era tolerable. Como algunos olores ya empezaban a ser molestos, las novias llevaban ramos de flores al lado de su cuerpo en los carruajes para disfrazar el mal olor. En la actualidad mayo es el mes de las novias y se mantiene la tradición del ramo de novia.
Una boda en el Medievo, tanto las organizadas como eventos sociales por la nobleza como por los campesinos, era motivo de celebración y fiesta. Si se trataba de un enlace que unía a personas de sangre real, la ceremonia estaría plagada de juglares y malabaristas. Los torneos con el más valiente de los asistentes terminaban el evento.
El banquete solía incluir codorniz asada, tórtola, pavo asado, queso, tartas, flanes y vino caliente. En cuanto a las frutas y hortalizas, se podían encontrar manzanas, zanahorias y repollo. Los invitados solían llevar pequeños pasteles a la ceremonia en homenaje a los novios. A partir de estos pasteles apilados se evolucionó hacia los pasteles de boda que actualmente conocemos y que tienen diversos niveles.