Los traductores automáticos disponibles en internet suponen una herramienta muy útil para acceder a información en cualquier idioma, ahora bien, el resultado de las traducciones no siempre es el deseado y todavía están lejos de ser unas herramientas infalibles.
Cuanto más alejadas sintácticamente estén las lenguas y cuanto mayor sea el uso de palabras cuyo significado dependa del contexto (polisemia, sentido figurado, juegos de palabras, etc) mayor será el número de errores. De esta forma, los textos literarios, técnicos o científicos ofrecerán los peores resultados con los traductores automáticos y requerirán traducciones especializadas.
Generalmente las empresas que ofertan sus productos en internet se preocupan de tener sus páginas web en los idiomas de todos los países en los que pretenden operar y no se arriesgan a que el cliente reciba una información equivocada debido a una mala traducción. Son traductores profesionales los que se encargan de la traducción de sus páginas web.
Un caso en el que no se puede confiar la traducción a un traductor automático es el de los textos legales (contratos, testamentos, certificados, títulos oficiales …). Para estos casos existe la figura de la traducción jurada, que da el carácter oficial a la traducción de un documento. Solamente la pueden ejercer los traductores acreditados.
Otros casos las traducciones automáticas pueden suponer un peligro para la integridad de las personas y consecuentemente es necesario utilizar traducciones de calidad. Es el caso de los textos médicos o farmacéuticos, así como los manuales de uso de aparatos o maquinaria. Un ejemplo donde no se ha observado este precepto es el mostrado en la fotografía que acompaña el artículo.