Las empresas dedicadas a la prestación de servicios especializados (outsourcing) se encuentran en un buen momento en nuestro país. Fue a partir de la crisis económica sufrida en España que muchas empresas decidieron externalizar aquellas partes de su negocio que no eran el motor principal de la empresa, de esta manera, se abarataban los costes y se buscaba mejorar la producción.
A día de hoy, la externalización aporta más cosas que no solo una reducción de costes en la producción. Poner en manos de un tercero alguna de las actividades de la empresa otorga una mayor flexibilidad y se consiguen liberar parte de los costes fijos que sin esta externalización no sería posible. Por ejemplo, contar con un equipo especializado en contabilidad en España y que trabaja como un departamento dentro de la empresa sin serlo, supone un ahorro ya que, la empresa no tiene costes de departamento ya que ha sido la subcontrata la que los ha asumido.
La externalización ha llevado a muchas empresas a crecer. Consiguiendo evolucionar en el ámbito tecnológico y a no quedarse atrás en el proceso de globalización. Pero sigue habiendo una idea en la mente de muchos que son más reticentes a la contratación de un tercero para que les lleve el área de contabilidad, por ejemplo. Se trata de la desconfianza generada al no hacer nosotros mismos una cosa. Da la sensación de que si la hace un tercero no lo va a hacer bien. Es por eso que muchas empresas de outsourcing buscan tener una relación muy estrecha con aquellos a quienes le presta el servicio. De este modo, se gana confianza y se trabaja de la manera más óptima para conseguir los objetivos.